lunes, 10 de diciembre de 2012

Hipotesis

EPISODIOS DE MALOS TRATOS
Los episodios de malos tratos se producen en un ciclo de tres fases:
1) Fase de tensión. En esta primera fase comienzan los insultos y las primeras demostraciones de violencia; el agresor manifiesta su hostilidad, pero no de manera extrema.
2) Fase de agresión. Se producen los comportamientos violentos graves en forma de abusos físicos, psicológicos, sexuales, materiales o sociales.
3) Fase de conciliación o de arrepentimiento. Tras la fase de agresión anteriormente mencionada, el agresor se arrepiente y promete que no volverá a ocurrir; algo que hace que las mujeres tarden en interrumpir la situación es que se van alternando periodos de afecto con periodos de violencia.
3.- HISTORIA Y EVOLUCIÓN
A lo largo de la historia, las mujeres y los niños han sido las víctimas más frecuentes de las agresiones dentro del seno familiar. En hogares donde hay mujeres maltratadas también suele haber niños maltratados. Hasta ahora, generalmente la mujer maltratada, ha soportado indefensa y en silencio los abusos de su compañero.
La violencia familiar suele estar escondida celosamente de la luz pública, en gran parte amparada por costumbres sociales y por normas religiosas que tradicionalmente han promulgado la subyugación de la mujer al hombre y los pequeños a sus progenitores.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud): la salud es "el perfecto estado de bienestar físico, mental y social, y la posibilidad para cualquier persona de aprovechar y desarrollar todas sus capacidades en el orden intelectual, cultural y espiritual".
Partiendo de esta definición, comprobamos que la sociedad pretende proteger los derechos humanos y trabajar en favor de la igualdad y que por tanto, debe enfrentarse a la violencia generalizada que directa o indirectamente afecta a una mayoría de la población: mujeres y menores.
La violencia no afecta sólo a las clases económicas y culturalmente débiles, sino a todos los grupos. No es fruto de ninguna enfermedad mental ni de ninguna adicción, sino de la consolidación de un sistema de poder y de relaciones sociales basado en la dominación y no en la igualdad entre ambos sexos. Actualmente el problema ha trascendido a la opinión pública. Las actuaciones promovidas desde diferentes corrientes han generado la necesidad de cambios en dicha situación.
En el Código Penal de 1995 existen diferentes artículos que intentan paliar la desprotección y falta de ayuda con la que se encuentran las víctimas. El artículo 450,1-2 De la omisión de los deberes de impedir delitos o de promover su persecución, y el artículo 408, que regula y sanciona la omisión del deber de autoridades y funcionarios de impedir los delitos. Ambos artículos son la base sobre la que se sustenta nuestra contribución en un asunto que permanece oculto y ante el que la víctima, ya sea mujer o menor, se encuentra en una situación muy difícil para actuar.
Un proceso judicial sobre malos tratos físicos, psíquicos y abusos sexuales a mujeres y menores se inicia con el Parte de Lesiones . La actuación de otros profesionales, dependerá en gran medida de la valoración realizada por el facultativo que atendió al paciente en el primer momento y de cómo se registre esta valoración inicial en el parte.
De lo completo que sea este parte dependerá que un hecho sea visto como una falta o un delito, aplicándose el artículo 153 en caso de delito y el artículo 617 en el de falta. Los artículos que regulan las lesiones son el art. 147, y supuestos agravados en el art. 148-1 y 148-2 cuando la víctima sea menor de 12 años o incapaz.
El papel de los profesionales sanitarios en los países más avanzados se ha hecho más complejo en los últimos tiempos. Cada vez son menos los casos en que se interviene para salvar la vida y más para aumentar su calidad. A la hora de actuar se entremezclan los recursos "puramente médicos", como medicamentos y técnicas quirúrgicas, y otros más psicosociales como el estilo de vida saludable, los valores culturales, las creencias, la educación, la conciencia social, etc.
En la actualidad muchas patologías traumáticas, psíquicas y psicosomáticas padecidas por mujeres y menores son debidas a agresiones físicas recibidas en el medio doméstico o familiar. Un diagnóstico correcto que debe comenzar por su búsqueda, si existen indicios de sospecha y/o indicadores de riesgo; y una adecuada cumplimentación de los partes de lesiones y hojas de notificación que permitan una actuación eficaz de los recursos comunitarios y judiciales posibilitarán el tratamiento etiológico, es decir, el cese de la violencia.
El personal sanitario tiene la obligación de denunciar ante la autoridad competente cualquier maltrato físico, psíquico o sexual a menores. Los profesionales de la salud tienen una importante responsabilidad en la detección y prevención de los casos de malos tratos. Para ello se debe adquirir preparación, conocimiento y disponer de protocolos de actuación y recursos que faciliten la mejora de la atención a la mujer y al menor maltratado/a. Es preciso lograr un enfoque integral y la coordinación con otros servicios externos al sistema de salud, como pueden ser la Administración de Justicia, los Cuerpos de Seguridad, los Servicios Públicos dirigidos a la atención de mujeres y menores víctimas de malos tratos y/o violencia sexual.
Se pretende con la puesta en marcha del protocolo dirigido a la facilitación de la detección de malos tratos físicos, psíquicos y abusos sexuales a mujeres y menores desde los Centros Sanitarios, orientar y proporcionar las medidas de aplicación inmediata desde los Centro de Atención Primaria y/o especializada al que se dirija el/la paciente afectado/a, así como impulsar acciones de sensibilización y formación del profesional de los servicios médico-sanitarios y los servicios públicos en esta materia.
Desde fuera resulta muy difícil entender por qué las mujeres soportan una convivencia bajo la violencia; son múltiples las causas por las que ellas consienten y permiten que se alargue esta situación, algunas de ellas son más de tipo práctico y económico, entre las cuales cabría destacar:
- La esperanza de que el marido o el compañero cambien.
- No tener a donde ir.
- Temor a represalias del marido o compañero
- Preocupación por los hijos: necesidad de la figura paterna, imposibilidad de mantenerlos, ... , dependencia económica.

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